miércoles, 28 de enero de 2009

Un obispo habla de la vida contemplativa.

Barcelona/ESPAÑA- La película El gran silencio ha causado honda impresión en muchas personas. Es la vida de los contemplativos y las contemplativas. Todos ellos viven entre nosotros. Pero los vemos muy poco a causa de su estado de vida. Han optado por el silencio y la plegaria en su entrega a Dios. La vida de los contemplativos suscita curiosidad en muchas personas, que se preguntan quiénes son, cómo viven, por qué han hecho esta opción. Un novelista cristiano de primera línea, Julien Green, se hacía esta pregunta: "¿Cuántas personas hay entre nosotros que hayan experimentado el sentimiento de la presencia de Dios?" Al hombre de hoy apenas le queda tiempo para saborear el gusto sabrosísimo de la plegaria y la presencia de Dios en su vida. Sin embargo, hay hombres y mujeres que se sienten llamados a dedicar toda su vida a la oración, al trabajo y a la comunidad dentro de un monasterio contemplativo. Son muchachos y muchachas que han tomado esta decisión para toda la vida y son muy felices. Los chicos y las chicas que Dios llama a la vocación contemplativa son personas que aman la vida, son personas solidarias con sus hermanos y están comprometidas en la transformación del mundo. La vida contemplativa en un monasterio no es en modo alguno una evasión del mundo, no es desentenderse de la sociedad, porque la vida contemplativa es una expresión del amor a Dios y no se puede amar auténticamente a Dios sin amar a la humanidad. La vida contemplativa comporta la plena realización de las personas porque Dios llena maravillosamente todos nuestros anhelos. Conocí a una muchacha en cuyo corazón Dios iba trabajando, y me decía que observaba un cambio en su vida, ya que comenzaba a gustarle lo que antes le desagradaba y perdía el gusto por muchas cosas que antes la satisfacían. Entró en un monasterio de vida contemplativa y pasados unos años me escribió comunicándome que iba a realizar su profesión y que era "felicísima". En los monasterios hay silencio. Esto es difícil encontrarlo en el mundo. Vivimos hoy en una cultura del ruido. El silencio es un don de Dios. En el monasterio el silencio se suele convertir en plegaria, es decir, en diálogo con Dios. Dios es amigo del silencio. Tenemos necesidad de hacer silencio en nuestras vidas para abrirnos a la presencia amorosa y penetrante de Dios. Actualmente hay cristianos que buscan este silencio y este clima de oración, pasando horas o días en las hospederías de nuestros monasterios. ¿Habéis visitado alguna vez una comunidad contemplativa? Es una buena experiencia, nos interpela y suscita en nosotros muchas preguntas. Como éstas, por ejemplo: ¿Qué valor damos a Dios en nuestra vida? ¿Qué relación creemos que existe entre Dios y la creación, entre Dios y la vida? ¿Qué lugar ocupa la oración y el silencio en nuestra vida personal y familiar? La respuesta a estas preguntas incide en la valoración eclesial que hacemos de las vocaciones contemplativas y de nuestros monasterios, que son ciertamente signos de la presencia de Dios en medio el mundo. Los contemplativos y las contemplativas son muy útiles para la Iglesia y para la humanidad. Aunque parezca una paradoja, desde su monasterio están más cerca de las necesidades eclesiales y de las inquietudes, tristezas y sufrimientos de los hombres, sus hermanos. No son ni indiferentes ni egoístas, porque su amor participa de la universalidad del amor de Jesucristo. Viven con los ojos puestos en él y con el corazón abierto a las necesidades de los hermanos, un corazón que, convertido en oración, hace que ésta sea más apostólica y convierta su vida en redención. Estos hermanos nuestros, hijos e hijas de las familias de nuestros pueblos y ciudades, nos hacen un gran regalo: nos ayudan a valorar más el silencio y la plegaria en medio de una cultura del ruido. La madre Teresa de Calcuta, mujer muy activa pero también muy contemplativa, decía que "tenemos necesidad de encontrar a Dios y no podemos encontrarlo en el ruido y en la inquietud. Dios es amigo del silencio". Muchas gracias, contemplativos y contemplativas.
+Mons.Lluís Martínez Sistach Arzobispo metropolitano de Barcelona

1 comentario:

  1. Gracias por esta entrada...
    yo siento esa vocación en realidad... estoy en un proceso de discernir mi posible consagración en un monasterio Contemplativo.

    Un abrazo en CRISTO.

    Carmen

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