jueves, 19 de febrero de 2009

Cómo progresar en la vida espiritual


El Crecimiento de la propia vida en la virtud no es algo que pertenecía a los monjes del desierto o a quienes querían llevar una vida de heroísmo, si no que es un camino para todos los bautizados, afirma el Papa Benedicto XVI.

“La escala, obra escrita por un monje eremita que vivió hace cuatrocientos años, ¿puede decirnos algo a nosotros hoy? El itinerario existencial de un hombre que vivió siempre en la montaña del Sinaí en un tiempo tan lejano, ¿puede ser de actualidad para nosotros?, se pregunto el Papa.

Aunque la respuesta pareciera ser negativa en primer término, invitó a los presentes a caer en la cuenta de que “aquella vida monástica es sólo un gran símbolo de la vida bautismal, de la vida del cristiano”.

El Obispo de Roma puso de manifiesto que este método de vida espiritual propuesto en Escala culmina “con las virtudes fundamentales esenciales mas sencillas: la fé, la esperanza y la caridad”

"Escala"

El pontífice explicó a los fieles en qué consiste la “Escala” de Juan Clímaco, que este monje escribió después de 40 años de vida eremítica a los pies del monte Sinaí.

En este tratado de vida espiritual, Juan “describe el camino del monje desde la renuncia al mundo hasta la perfección del amor. Es un camino que tiene lugar a través de treinta escalones, cada uno de los cuales está unido al siguiente”.

Esta “ascensión” se divide en tres fases: “la primera muestra la ruptura con el mundo con el fin de volver al estado de infancia evangélica”, la segunda: “el combate espiritual contra las pasiones”, y la tercera: “la perfección cristiana”.

La primera fase, explica el Papa, supone “la vuelta a la verdadera infancia en sentido espiritual, el llegar a ser como niños. El alejamiento voluntario de las personas y lugares queridos permite al alma entrar en comunión mas profunda con Dios. Esta renuncia desemboca en la obediencia, que es el camino de la humildad a través de las humillaciones (que no faltaran nunca) por parte de los hermanos”.

La segunda, el combate contra las pasiones, no debe verse como algo negativo, pues “es importante tomar conciencia de que las pasiones no son malas en sí mismas; lo son por el uso malo que de ellas hace la libertad del hombre”

“Si son purificadas, las pasiones abren al hombre el camino hacia Dios con energías unificadas por la ascética y la gracia y, “si han recibido del Creador un orden y un principio…, el límite de la virtud no tiene fin” afirma el Papa Benedicto XVI citando a Juan Clímaco.

Respecto a la ultima fase, el sucesor de San Pedro destaca los tres principios, “sencillez, humildad y discernimiento”.

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