miércoles, 22 de julio de 2009

Testimonio de vocación sacerdotal desde Argentina

Hola, me llamo Guillermo y tengo 37 años, quisiera compartir con ustedes mi humilde llamado al santo Sacerdocio.
Vivo en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, Argentina, vivo con mi mama y mi hermano 2 años mayor que yo. Toda mi vida transcurrió en esta hermosísima ciudad, mis estudios, mi trabajo mi vida social se desarrollo acá.
Pero, lo más importante, mi vida espiritual siempre estuvo unida al Señor desde los 10 años después de mi primera Comunión en la Parroquia Santa Rosa de Lima, aún hoy recuerdo ese hermoso día de noviembre cuando en esa mañana recibí por primera vez de las manos de una monja a Jesús Eucaristía, día luminoso que quedó grabado en mi corazón.
Siempre sentí que en mi vida faltaba algo, algo que completara mi vida, algo para brindar a los demás hermanos, lo único que llenaban esos vacíos eran mis actividades en la parroquia. Quise integrarme en grupos de oración, Caritas, o la Legión de María, participando en el coro parroquial, ayudando como lector o monaguillo en la Santa Misa, pero nunca me animé a dar el primer paso, es decir inconscientemente sabía que Jesús me llamaba pero hacia oídos sordos.
Así pasó el tiempo, los años pasaron rápidamente... hace un tiempo, más o menos 5 años, empece a sentir el llamado del Señor directamente al corazón, esta vez no lo podía evitar, es un arrobamiento y una dulzura este llamado, que esta vez no lo pude resistir, pero a las excusas del miedo, siguieron "el no estoy preparado", luego que no era digno de mi ser Sacerdote, y así evadiendo todo el tiempo, tratando de alejar de mi este llamado hermosísimo del Señor.
Hasta que en el otoño de este año, navegando por internet, encontré la pagina perteneciente al Seminario San José de mi ciudad, yo no sabía ni siquiera en que dirección quedaba. Mande un email preguntando la edad tope para ingresar al Seminario, a los pocos días me respondieron que no hay una edad límite invitándome a la vez a una Vigilia de Pentecostés, para el día sábado 30 de Mayo de 2009. Era a la tarde y llovía muchísimo, sin pensar en eso hice el sacrificio y asistí a la Vigilia, la experiencia y la caridad que viví junto con los seminaristas y personas que asistimos a la vigilia me embargó el corazón, realmente sentía en mi corazón que siempre había pertenecido allí. El amor que reinaba en ese ambiente era extremadamente tierno, la vocación que siempre había negado estaba frente a mi y me esperaba con los brazos abiertos, luego de una charla que dio un seminarista, después de las canciones , oraciones y alabanzas al Espíritu Santo vimos en el teatro del Seminario una película sobre la vida de Juan Pablo II.
Durante la película sentí en el corazón la voz del Señor que me decía: "te quiero en este lugar".
Era la señal a mi pedido que yo atrevidamente le había pedido al Señor Jesús de que si era Su Voluntad de que yo fuera Su Ministro esta vez yo aceptaría y me abandonaría en Su Santa Voluntad, y así fue, el Señor me respondió con Su bendición a través del Inmaculado Corazón de María.
Me mortificaba pensar por qué me negué durante tanto tiempo a mi vocación, y porque acepte el llamado del Señor a una edad tan tardía, y una frase me embargó el corazón: "Dios llama a quien quiere, como quiere, cuando quiere y en donde quiere". Además ahora comprendo que la semillita de amor que Jesús puso en mi corazón llevo mucho tiempo germinar, recién ahora esta despertando y madurando a la luz del Evangelio del Señor Jesús.
Se que lo que me espera no es fácil ni sencillo, pero el Señor me ayudará porque confío en Su Infinita Misericordia.
Ahora estoy realizando un discernimiento con un Sacerdote amigo para ingresar si Dios quiere en el 2010 al Seminario Mayor San José perteneciente a mi ciudad: Hermanos espero sus oraciones, gracias por darme la oportunidad de dar mi testimonio de amor al llamado de Jesús.
Muchas bendiciones en Cristo Jesús.

Video vocacional

Opiniones y experiencias sobre lo que es la vocación a la vida religiosa.

lunes, 20 de julio de 2009

Testimonio vocacional desde Perú

Mi Nombre es Ingrid Jeanette Valdizán Zapata, nací un primero de octubre de 1988 en Lima (Perú).
Hablar de mi vocación es un gran misterio, es como un tesoro escondido en nuestro ser que sólo con nuestra disponibilidad y apertura podemos acoger. Es una invitación tan hermosa, pero compleja, porque me hace cambiar radicalmente a otro estilo de vida, renunciar a gustitos.
No me siento obligada en seguir este nuevo camino, pero, en cambio, me siento amada por alguien más grande y poderoso, que conoce mi vida y quiere que conozca la verdadera y plena felicidad. Por eso opto por este bellísimo sendero.
Diosito me llamó en un momento difícil, cuando mi papá, estando en la capital de Perú, lejos de nosotras, se encontró mal de salud, le dieron tres paros cardiacos. Recuerdo que fue una noche. Agobiada, confundida, me preguntaba si Dios era bueno y si actuaba correctamente con mi familia. Entré a mi cuarto, allí había un cuadro del Sagrado corazón de Jesús, me arrodillé e imploré para que papá no muriera. Pero Dios tenía algo guardado para mí, en ese instante de plegaria a Dios, sentí que en mi corazón Diosito me hablaba. Él quería que conociera el dolor, la muerte para luego pasar a la resurrección, así que entendí el llamado quería que me entregara a Él, que fuera solo suya y que dejara la muerte y pasara a la vida con Él.
En Talara (provincia de Piura –Perú) no hay congregaciones y no conocía que era ser religiosa, ni sabía que así se llamaba. Desconcertada me levanté y repetía continuamente: “Dios quiere que sea religiosa”, nunca ese nombre lo había escuchado, lo desconocía así que corrí a la sala y vi a mamá llorando y le dije alegremente, como si lo de papá ya no fuera un dolor intenso, que Diosito me había calmado. Con una sonrisa en mis labios le dije: “Mamá, Dios quiere que sea religiosa. Mamá solo atinó en decirme: ”¡ya, anda reza!”, seguía en shock por lo de papá.
Pasaron los años, tenía 14, cuando de nuevo se prendió esa llama y seguí en mi búsqueda.
Me sentía más amada por alguien; a los 17 años entre a una congregación pero, por cosas personales y familiares, no pude continuar. Pensé que saliendo de esa comunidad ya no iba a sentir ese llamado, pero la verdad desde que salí siempre sentía punzones en mi corazón. Quería sacarlos pero Dios pudo más que mi capricho, actualmente me sigue llamando y se que estoy acá por Él y para Él.
Ahora le dije que SÍ y entraré muy feliz a una congregación que esta en Lima-Perú. El nombre es Hijas de San Eusebio, su carisma es atender con amor al más pequeño, al desprotegido y al que necesita a Dios.
Estoy contenta, amo esta vida, me revestí del hombre nuevo, sólo hay que dejarse envolver por el amor de Dios, abandonarse completamente y dejar los temores atrás. Optar por seguir la vocación es una aventura, llena de amor y magia.
Ser llamada es mucho, porque soy tan pequeña ante Él, pero me siento la mujer más dichosa.

Ingrid Jeanette (Perú)

domingo, 19 de julio de 2009

Yo tuve miedo y Jesús me fue colmando poco a poco (Testimonio vocacional)


Hola a todas las chicas y chicos. Bueno mi vocación de ser religiosa surgió hace ya 3 años, tenia 16, cuando después de venir de un retiro espiritual, llena de alegría y muy contenta porque conocía un poco mas de la vida de Jesús.
Un día, estando frente al Sagrario, rezando y hablando interiormente con Jesús, sentí algo muy fuerte dentro de mí como un fuego abrasador. Era el AMOR de Jesús que se derramaba dentro de mí…
Al principio tuve miedo, pero poco a poco ese miedo se fue transformando en alegría.
Me fui enamorando más de Jesús, empecé ir mas seguido a misa porque como me dijo mi director espiritual: al recibir a Jesús sacramentado todos los días, nuestro amor con Él iba creciendo. Fue así que empecé a ir todos los días a misa.
Luego de un año, se lo confesé a mi papa primero, tenía miedo de decírselo a mis padres
El me dijo que me iba apoyar siempre. Mas tarde se lo dije a mi mamá, a ella tarde mucho tiempo para decírselo no me animaba y se lo dije un domingo a la salida de misa… Solo Dios sabe como se lo dije porque yo en este momento no me acuerdo lo que le dije…
Bueno desde hace ya 3 años más o menos estoy en discernimiento con una Religiosa y un sacerdote, que son los que me han preparado muy bien.
No se asusten porque a lo largo de este camino maravilloso se van a encontrar con la Cruz que, aunque duela, carguémosla o se van a encontrar como en un desierto, se van a sentir solos pero no vamos a estar solos porque aunque en el desierto pensemos nosotros que no hay nada si que hay es algo inmenso es Dios…
Bueno a todas las chicas y chicos que tienen miedo de encontrarse con Cristo yo le digo que se animen porque el es la verdadera vida…
Respondan al llamado de Dios con un SÍ inmenso…
YO TUVE MIEDO PERO JESUS Y MARÍA ME FUERON CALMANDO POCO A POCO…
La vida es un camino hacia el encuentro con Jesucristo.
Dejen que el Señor los guíe por el camino llano…
tenGAN paciencia, no se apresuren porque los tiempo de DIOS no son los mismos que lo nuestros…
DIOS LOS BENDIGA Y MARIA LOS PROTEJA SIEMPRE…
UN ABRAZO EN CRISTO NUESTRO HERMANO.
BEATRIZ GARCIA- ARGENTINA

sábado, 18 de julio de 2009

Papa Juan Pablo II habla de la vocación.

Elementos esenciales de la vida contemplativa.



El Desierto

Lugar privilegiado del encuentro: con Dios, con uno mismo y con las realidades de nuestro propio mundo.

Si el desierto significara una simple "fuga del mundo", sería el lugar más vacío, desolador y temible. El hombre no nació para estar sólo. Dios nos hizo esencialmente para la comunicación y para el don. Es allí donde sólo se realiza plenamente nuestra vocación humano-divina. Una cosa es sentirse desoladamente sólo (abominable encuentro con el vacío y la lucha personal) y otra es vivir en la soledad y en el silencio la privilegiada e inefable presencia de Aquél que nos dice todo y obra todo en todos. Por eso, un alma contemplativa, que vive fecundamente en su soledad , es un alma que experimenta el gozo de una doble presencia: el don de Dios y la espera de los hombres. El alma contemplativa sabe que en el desierto le espera Dios y que el mundo tiene urgente necesidad de este encuentro para ser iluminado, pacificado y salvado.

La Palabra

El fin de la contemplación es la atención a la Palabra y la gozosa dedicación a la oración.

En el desierto se escucha, se recibe, se engendra la Palabra. Se escucha la Palabra no solo para entenderla, sino fundamentalmente saborearla y aprender a entregar el fruto de lo contemplado.

La palabra de Dios nos viene a nosotros para hacernos felices y llenarnos de su presencia. Viene esencialmente para hacernos testigos y profetas. Es una Palabra que tiene que ser recibida en la pobreza, gustada en el silencio contemplativo y realizada en la disponibilidad. Sólo entran en la profundidad de la Palabra los que tienen alma de pobres. Por eso, la pobreza es indispensable para la contemplación. Por eso, es verdad también, que la contemplación tiene que ser alimentada. De ahí la necesidad de la lectura, el estudio, de la reflexión personal y comunitaria.

Lo que define la contemplación no es la separación del mundo, sino la particular atención a la palabra y la gozosa dedicación a la oración. La separación del mundo - manifestada en la clausura - es sólo un medio, no un fin.

Un monasterio contemplativo tiene que hacer partícipes a otros de la alegría y fecundidad salvadora de la Palabra de Dios.

La Comunidad

Los contemplativos y contemplativas tienen que estar insertados en la realidad de la Iglesia y del mundo. No pueden sentirse ajenos a los hombres y manifestarse extraños a su dolor, alegrías, búsquedas y esperanzas.

La Comunidad es el medio privilegiado donde se experimenta la comunicación del Señor y la escucha de su Palabra. Una Comunidad - verdaderamente contemplativa - es esencialmente una Comunidad de oración: una Comunidad que adora al Señor y celebra, en nombre de todo el mundo, " la alabanza de su gloria". Vivir su identidad, significa estar a la escucha de la Palabra de Dios y ser el signo de una humanidad que necesita adorar, agradecer y suplicar. Por eso, los contemplativos y contemplativas tienen que estar insertados en la realidad de la Iglesia y el mundo. Deben conocer y saber lo que pasa hoy en la Iglesia y en el mundo. Una cosa es la curiosidad superficial y otra la información austera y serena. De esto se alimenta también la contemplación.

Hay un signo evidente y palpable de una verdadera comunidad contemplativa: la alegría honda y serena que nace de la común experiencia del amor a Dios. Del gusto comunitario de su Palabra y deseo de comunicarla a los hermanos, hermanas.

Hoy los jóvenes necesitan y exigen el testimonio directo de una alegría verdadera que nace de la comunión fraterna, de la contemplación y de la cruz. Por eso, no pueden vivir ajenos a la profunda experiencia de Dios en el desierto, pero tampoco pueden sentir lejanos a los hombres y manifestarse extraños a su dolor y a su alegría, a su búsqueda y a su esperanza.




jueves, 16 de julio de 2009

Lo que siento... ¿es la voz de Dios?

Hay muchos jóvenes que, ante las primeras señales de vocación, de atracción por la vida religiosa o el sacerdocio, se preguntan: ¿Esto será realmente voz de Dios?, ¿cómo saber si lo es y no es sólo capricho o imaginación mía?
He aquí una posible respuesta:
  • Si te despierta y te saca de la mediocridad, si compromete y complica tu vida, pero la llena y da sentido… es voz de Dios

  • Si te hace salir de tu tierra, de tu pequeña isla o mar y te lanza al mundo entero, a lo que no imaginabas… es voz de Dios


  • Si te llama al corazón, al amor, a la generosidad, a la ilusión, no al miedo ni al temor… es voz de Dios


  • Si te invita a ser profundamente feliz y a hacer felices a los demás, si habla el lenguaje de la confianza, del Padre a su hijo… es voz de Dios


  • Si te hace descubrir tu propia pobreza (soy un niño, no sé hablar, no soy capaz…) pero también lo que eres capaz con su ayuda… es voz de Dios


  • Si te va liberando de cosas, de tu egoísmo, de ti mismo; si rompe tus planes como se los cambió a María de Nazaret… es voz de Dios


  • Si no te saca de este mundo, pero te invita a estar en él como levadura, sal luz… es voz de Dios


  • Si no tiene nada que ver con los anuncios publicitarios, si no es para hacerte más famoso, ni te va a dar más dinero y poder, ni lo que te ofrece es el ideal de felicidad de nuestra sociedad… es voz de Dios


  • Si no te llena de palabras y te avasalla, sino que calla, habla en el silencio, por medio de los pequeños signos, invitándote a la reflexión, a la búsqueda humilde y la oración paciente… es voz de Dios


  • Si esa voz va germinando en ti como la semilla en el surco, si te invita a centrarte en Cristo, a seguirle, a convivir con Él, a ser su amigo… es voz de Dios


  • Si es como un eco evangélico, si en la oración no puedes borrarla de tu pensamiento… es voz de Dios
    José Sorando

martes, 14 de julio de 2009

¿A quién se debe consultar para una vocación?


Para distinguir una vocación religiosa, se deben consultar 3 fuentes: A Dios, a tu confesor, y a ti mismo.

a) Consultar a Dios

San Pablo, en el momento decisivo de su conversión, exclamó: "Señor, ¿qué quieres que haga?". Esta tiene que ser tu oración. El salmo 17, dice en uno de sus párrafos: "Enséñame, Señor, tus caminos, y guíame por el sendero llano".
Cuando Dios se reveló al que sería el profeta Samuel, el joven inexperto no lo reconoció, y pensó que era el sacerdote quien le hablaba. Al entender, el sacerdote le dijo: "Cuando oigas la voz, responde: "Habla, Señor, que tu siervo escucha".

Ésta debe ser nuestra oración. En silencio completo, esperando la inspiración de Dios. "Habla, Señor, que tu siervo escucha".

Demasiadas personas buscan tantos y tantos consejos en la vida... psicólogos, lectores del Tarot, consejos telefónicos, a los amigos, y casi nunca dejan a Dios hablar. También tenemos que recordar, que la oración no es un monólogo, sino un diálogo. Es como hablarle a Dios de tantas y tantas cosas y no le damos espacio para que nos hable. Recuerdo en un libro que leí, que Dios dice a sus profetas: "Quédate quieto, y reconoce que soy el Señor". Y este autor, comenta: "En mi versión autorizada personalizada de la Biblia, diría: '¡Oye! Cállate y déjame hablarte una vez, ¿quieres?"

Debemos aprender a estar en silencio, para poder escuchar a Dios. Precisamente antes de su vida pública, Jesús se fue al desierto - donde no había ruidos... a ayunar y orar. Y fue en ese silencio, cuando supo diferenciar de las tentaciones del demonio, y de la voluntad de Dios.

En todos los profetas del Antiguo Testamento, notamos una constante: Ellos siempre tienen un encuentro personal e individual con Dios. No entre Dios y "los jóvenes de tal o cual grupo", ni "al director de alabanza", ni al "monseñor Pérez". Es entre Dios y [pon tu nombre aquí].

También hay que notar otra cosa: El pecado. Mientras estamos en pecado, nos será imposible reconocer nuestra vocación. Leamos este pasaje del profeta Isaías:

Cuando Dios te libere de tus padecimientos, de tus inquietudes y de la dura esclavitud a la que estabas sometido, dirás estas palabras (de profecía) contra el rey de Babilonia...

Es decir: Dios no nos manda a denunciar los males y a anunciar el evangelio, sino hasta que estamos libres de toda inquietud, padecimientos y esclavitudes. Y fíjense que no dice: "En caso de que Dios te libere". Dice claramente: "CUANDO Dios te libere".

Por eso, no hay que desconfiar de que Dios no nos dará señales, o de que seremos demasiado brutos para entenderlas. Pidamos ENTENDIMIENTO y Dios nos responderá.

b) Consultar al sacerdote

De preferencia al sacerdote a quien recurres regularmente... desafortunadamente se dan muy pocos casos. Por eso hay sacerdotes EXPERTOS en asesorar a las vocaciones. Hay retiros VOCACIONALES, no de cualquier grupo. Generalmente son retiros promovidos y DIRIGIDOS por la Arquidiócesis o por la diócesis del lugar. Es decir, por los representantes directos de la Iglesia Católica. Sería un tanto redundante consultar con el sacerdote de la comunidad a la que has sido atraído. Lo más recomendable es consultar sobre tu vocación con un sacerdote EXTERNO, para lograr la imparcialidad requerida. Yo en lo personal consultaría con DOS sacerdotes. Uno, de la comunidad, y otro, externo - pero experto en vocaciones religiosas.

El sacerdote tiene una luz especial que Dios le da, para ayudar a las personas. Algunas veces incluso, se da el caso de que tenga un don MUY especial, llamado CARISMA DE DISCERNIMIENTO, para casos difíciles, como análisis de si alguien está por ejemplo poseído, o para indagar en casos de matrimonios nulos. Y desde luego es lógico que quien tenga este carisma, ayude a los jóvenes en busca de su vocación.

Nótese, que Cristo, dijo a sus apóstoles: "Y bajará el Espíritu Santo, que os hará entender todas las cosas que os he dicho". También les dio poder para atar y desatar: "Lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo".

Imagínense al sacerdote como a un general en su bunker, y ustedes son los soldados en combate.

El general tiene a su acceso estrategas, radares, información del enemigo, rutas de acceso... y ustedes no pueden ver nada, y no tienen LA MÁS REMOTA IDEA de dónde están, o a dónde van. Pero el general puede ver por dónde van, si se están dirigiendo a una trampa, etc. etc. Así, Dios ilumina al sacerdote mostrándole, mediante la palabra, la oración, etc., cómo irlos guiando. Desde luego, si ustedes no siguen sus consejos, pues se van a hacer bolas pero tremendamente.

Ningún ciego puede guiar a otro ciego. Si el grupo parroquial o comunidad en la que estás no tiene un sacerdote que los vaya asesorando, o guiando... es muy fácil que el enemigo se infiltre y les eche a perder todo. No basta con darle un reporte de actividades. El sacerdote tiene que ser PARTE INTEGRAL del grupo.

Por ejemplo - en los conventos, se da muy frecuente el caso, de que las monjas, no sólo tengan un confesor, sino también un DIRECTOR ESPIRITUAL. Es decir: Alguien que las dirija y apoye. Ni siquiera la madre superiora puede desempeñar un papel tan importante. Debe ser el sacerdote, que es ungido por Dios.

Recordemos lo que dice Jesús de sus discípulos a quienes envía: "Quien a vosotros escucha, a mí me escucha. Y quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza."

Por eso es importante no despreciar los consejos del sacerdote.

c) Consultarte a tí mismo

¡Piénsalo bien! Escucha tu corazón, tus deseos... en el profeta Ezequiel leemos - capítulo 36, v. 26 y sig:

Les daré un corazón nuevo, y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes mi Espíritu...

Es decir: No sólo serán los deseos de Dios, sino también nuestros deseos, la vocación a la que estemos llamados. Ya que Dios y nosotros tendremos UN MISMO ESPIRITU.

Si te causa repugnancia el ayudar a los pobres, y quizás no los puedes ver ni en pintura, pero "adoras" a los niños y te desvives por ellos, definitivamente tienes vocación por los niños. Si te encanta enseñar al que no sabe, muy probablemente tienes vocación de maestro. Si te fascina hablar de Dios a la gente, mostrarles el amor de Jesús, y hablar, y escribir, y platicar con la gente de Dios, es muy probable que tu vocación sea evangelista o predicador... cosas así.

Dios no te pondrá una inclinación contraria a tu vocación.

Déjenme repetirlo: Dios no te pondrá una inclinación contraria a tu vocación.
Una cosa es el pecado que a veces nos da asco, flojera, repugnancia etc. a ciertas tareas, pero que por obediencia o por amor puedes hacer por Dios... y otra cosa distinta es que no estés hecho para un trabajo. Si escoges algo para lo que no estás hecho, el resultado es fácil de prever: Una vocación frustrada.

Dice el Padre Baeteman:

"Por eso tienes que estudiarte a tí mismo. Tu corazón, tus gustos, tus inclinaciones... examina lo que te atrae y lo que te disgusta; fíjate si tus condiciones de alma y cuerpo están de acuerdo con la vocación que te atrae.

Tus aptitudes físicas y morales tienen que ser muy bien consideradas. La ineptitud para seguir una vocación excluye, venga de donde venga, toda probabilidad de llamamiento divino".

A veces es necesario consultar a tus padres o a otras personas que te puedan ayudar con un consejo. Pero NUNCA juzguen según los principios mundanos. Lean la Biblia, ilumínense con las luces de la fe que estén estudiando. Una vez rodeados con toda la certeza, es, finalmente, cuando pueden tomar una decisión acertada.

+Ricardo Garcia

jueves, 9 de julio de 2009

SIGUE O GIRA... SI DIOS TE LLAMA


PUBLICIDAD CREATIVA AL SERVICIO DE LAS VOCACIONES ENVIADA POR EL PADRE JOSÉ BENITO. ESPERAMOS MÁS...

miércoles, 8 de julio de 2009

10 consejos para animadores vocacionales

Para todos los enamorados de la animación vocacional, que consideramos que podemos ser, por pura gracia, colaboradores con el Dueño de la mies, que no cesa nunca de llamar, ahí van estos 10 consejos de la animación vocacional. Están escritos para los misioneros claretianos, pero sirven perfectamente para cualquier carisma o comunidad.

• “Vivir con mayor radicalidad el seguimiento de Jesús en la comunidad misionera es la primera condición para una pastoral vocacional efectiva”.
• “Toda pastoral, y de un modo especial la pastoral juvenil, ha de ser vocacional en cuanto ha de acompañar a las personas hacia una opción por Jesús y por el Reino”.
• “Nos preocupa la calidad de nuestra vida y ministerio y su capacidad de convocar a otros, y la necesidad de definir una pastoral juvenil-vocacional que sea capaz de despertar la inquietud vocacional en los jóvenes y acompañar los procesos de discernimiento”.
• “Hay claretianos que no están verdaderamente preocupados por la pastoral vocacional. Ciertamente rezan por las vocaciones y quisieran que llegaran más abundantes a nuestra comunidad, pero esto no se acaba de traducir en unas acciones concretas que expresen su profunda preocupación por este tema”.
• “Se hace más difícil la pastoral vocacional cuando no existe claridad en torno a la identidad y al modo de expresarla”.
• “Deberemos revisar si la dimensión vocacional está suficientemente presente en nuestros proyectos y actividades pastorales. Tendremos que preguntarnos si estamos dispuestos a invitar a los jóvenes a considerar la posibilidad de vivir el proyecto de vida misionera claretiana y si estamos abiertos a acogerlos en nuestras propias comunidades. No podremos dejar de revisar la vida de nuestras comunidades para hacer de ellas signos claros de fraternidad y plataformas poderosas de iniciativas misioneras, espacios atrayentes para quienes se plantean el seguimiento de Jesús en la vida consagrada”.
• “Hoy más que nunca constatamos la necesidad de articular mejor todas las formas de vivir la vocación cristiana para se¬guir anunciando el Evangelio en nuestro mundo”.
• “Es justo también que nos preguntemos sobre nuestro modo de vivir el Reino y sus valores, sobre cómo nuestra comunidad se hace transparencia de ellos y es capaz, por lo tanto, de atraer a quienes los buscan con un corazón sincero”.
• “¿Qué nos pasa? ¿Por qué nuestra vida y nuestras comunidades no se convierten en una invitación para aquellos jóvenes que quieren vivir más radicalmente el seguimiento de Jesús y buscan unos espacios y estilos comunitarios que les ayuden a profundizar su camino de fe, les ofrezcan una gozosa experiencia de fraternidad y una dinámica plataforma apostólica?”
• “Hay que saber dedicar tiempo a los jóvenes con inquietudes religiosas, aunque sean pocos. Y esto cuesta. Sin encuentro con el joven, sin un compromiso por acompañarlo en un camino de profundización de su experiencia de fe, sin una disponibilidad a ayudarlo en sus búsquedas, sin audacia para plantearle las preguntas fundamentales en torno al sentido de la vida y a su proyecto de futuro, difícilmente tendremos vocaciones”.

P. Josep Mª Abella cmf
Superior General