miércoles, 23 de diciembre de 2015

“Bendita”

María ha llegado aprisa desde Nazaret a visitar a su prima Isabel, es un gesto de caridad, a pesar de estar ya embarazada y exponerse a los peligros del camino, para ayudarla. Ambas son agraciadas por el Señor con una concepción milagrosa. Y ambas se manifiestan agradecidas por este magnífico don divino. En la salutación Isabel califica a María como “dichosa” feliz, bienaventurada porque ha creído y se ha fiado de Dios. A la luz de estos textos preparemos la fiesta de la Natividad de Jesucristo. Para un cristiano  no es solo una fiesta folclórica y familiar. Celebra el misterio de Jesucristo, el Dios eterno se hace hombre, nace entre nosotros, para ofrecernos la salvación. Esto es posible gracias a la disponibilidad vocacional de la Virgen María, que se ofrece también a Dios Padre para cumplir su voluntad. Como Cristo, como María y como otros muchos hermanos y hermanas a lo largo de la historia en la Iglesia, deberíamos decir con el testimonio diario de nuestra vida: ¡Señor cuenta conmigo! Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

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