miércoles, 29 de noviembre de 2017

¿Quienes somos?

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En 1849, Antonio María Claret, un sacerdote catalán muy preocupado por el anuncio del Evangelio a la gente, reunió a varios sacerdotes que compartían su sensibilidad misionera. Así nació nuestra Congregación, que hoy es conocida de dos maneras: ‘Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María’ y ‘Misioneros Claretianos’.
Somos, por tanto, una congregación religiosa católica nacida con un propósito eminentemente evangelizador. Hemos surgido en la Iglesia para intentar vivir siguiendo a Jesucristo, al estilo de los Apóstoles, con una singular relación con el Corazón de María, a quien reconocemos como Madre y Formadora.
Desde 1849 nos hemos extendido por los cinco continentes y en la actualidad somos algo más de 3.000. Misioneros todos, nuestra vocación puede vivirse de tres formas: como Hermanos (religiosos laicos), como Diáconos y como Presbíteros (sacerdotes). Cada uno de nosotros vive y expresa su condición de religioso claretiano a través del don específico que ha recibido.
Presentes hoy en más de 60 países, deseamos vivir nuestra condición de cristianos, con su consiguiente dimensión profética, en un mundo marcado en muchos lugares por la pobreza y la desigualdad y en las naciones occidentales por la indiferencia, la ‘crisis económica’ y sus consecuencias y el surgimiento de una nueva cultura.
Queremos ser servidores de la Palabra de Dios, a la que escuchamos y constituimos como animadora de nuestra misión. Una Palabra que intentamos proclamar por todos los medios posibles, tal como nos enseñó San Antonio María Claret, nuestro Fundador. Medios que hoy se concretan en escuelas y colegios, trabajo parroquial, comunidades insertas en lugares de exclusión, la colaboración en el desarrollo de Iglesias jóvenes o en formación (misiones), la animación de grupos cristianos, la promoción de líderes evangelizadores, la presencia en los medios de comunicación…
Como comunidad universal nos hemos propuesto estos años reavivar la vivencia de nuestra propia experiencia del amor de Dios y del Evangelio para compartirla en mejores condiciones. Somos cada vez más conscientes de que caminamos con otros (laicos/as, religiosos/as, sacerdotes, obispos...) en una misión ‘compartida’ especialmente sensible a la solidaridad, el diálogo y la cualificación del anuncio del Evangelio.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Hermanas del santo Ángel de la guarda: Angelinas

Como ellos, como ángeles, siendo luz en nuestro mundo”
El nombre oficial de la Congregación en la Iglesia es el de HERMANAS DEL SANTO ÁNGEL DE LA GUARDA, nombre recibido de sus Fundadores y reconocido en Francia por Decreto de Napoleón III el 12 de Diciembre de 1852. La Congregación se había fundado unos años antes, el día 3 de Diciembre de 1839, en Quillán, un pueblecito del sur de Francia que un 14 de julio de 1809 ve nacer a Luis Antonio Ormières, en el seno de una familia oriunda de Limoux, establecidad más tarde en Quillán y en la que vive de un pequeño comercio.
Su lema:
Formar verdaderos discípulos de Cristo es nuestro fin principal, nuestro único fin.
Un estilo:
La sencillez es la característica de una hermana del Ángel de la Guarda.
Carácter Propio
Educar no significa sólo instruir: se trata de ayudar a que cada niñ@ desarrolle sus cualidades y capacidades al máximo. Es intentar sacar lo mejor que cada uno lleva dentro”
(P. Omiéres)

martes, 21 de noviembre de 2017

Carisma franciscano

Fr. Tomás Gálvez (fratefrancesco.org)

La espiritualidad de los franciscanos (menores, clarisas, regulares y seglares) es idéntica a la del fundador en lo fundamental, y la podemos encontrar resumida en estas palabras de San Francisco: "La Regla y vida de los Hermanos Menores es esta: observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad" (2Reg 1). 

Observar el Evangelio y los consejos evangélicos es algo que los franciscanos tienen en común con las demás órdenes religiosas, pero el nombre de "Hermanos Menores" pone el acento en que este ideal hay que vivirlo en humildad y fraternidad: "Ninguno de los hermanos tenga poder o dominio entre ellos, como dice el Señor en el Evangelio: Los jefes de las naciones las dominan y los grandes las oprimen. No ha de ser así entre los hermanos. El que quiera ser mayor entre ellos se haga como el menor" (1Reg 5). 

Menor y sometido a todos, tal debe ser la actitud de todo franciscano, a imitación de Jesucristo, el cual, a pesar de ser el Hijo de Dios, nos ha dejado un ejemplo encarnándose en María la Virgen, naciendo pobre en Belén, viviendo pobre y peregrino en este mundo y humillándose hasta la muerte en cruz, en obediencia perfecta a la voluntad del Padre.

Los franciscanos están llamados a conservar "el espíritu de la santa oración y devoción" sobre todas las demás cosas o actividades, que deben realizarse "fiel y devotamente". 

La pobreza, al contrario que en las ordenes precedentes, debe ser absoluta, individual y colectivamente. Los hermanos deben vivir del propio trabajo y, en caso de necesidad, pueden recurrir a la "mesa del Señor", o sea a la mendicación, sin avergonzarse, porque también Cristo se hizo pobre y peregrino en este mundo. 

La caridad entre los hermanos y entre ellos y sus superiores debe ser más "materna" que fraterna.

La más heroica forma de caridad y de obediencia para aquellos que sintieran esa especial vocación o "divina inspiración" es el espíritu apostólico y misionero, consistente en anunciar la paz y la salvación de Jesucristo a cristianos y a personas de otras creencias.

La predicación por parte de los frailes capacitados y autorizados debe ser, según el ejemplo del Señor, con discursos útiles y edificantes y "brevedad de palabras". Y debe ir acompañada por el buen ejemplo, "sirviendo al Señor en pobreza y humildad", mostrándose ante todos en el mundo como hombres "mansos, pacíficos, modestos y humildes", sin discusiones, contiendas o juicios, soportando con humildad y paciencia las persecuciones y enfermedades y orando por los enemigos.

Los hermanos legos o "trabajadores", aunque no tengan parte en la actividad apostólica o misionera de la orden, colaboran eficazmente con ella con la oración y las buenas obras.

Tales actitudes van acompañadas además por el espíritu de caballerosidad y vida juglaresca, tan típicos de la Edad Media, para manifestar la alegría del servicio divino y atraer a todos al amor del Señor.

En resumen, las notas características de la espiritualidad franciscana en sus diferentes versiones (masculina, femenina y seglar) se encierran en estas pocas palabras: minoridad, pobreza, fraternidad-caridad y obediencia a Dios y a toda criatura por amor a él. Eso en cuanto a las actitudes. En lo referente a la actividad San Francisco quiso una orden donde convivieran los hermanos "orantes" los hermanos "trabajadores" y los hermanos "predicadores". 

La posterior clericalización de la orden, aparte de las mitigaciones en cuestión de pobreza, redujo el número de hermanos legos hasta hacerlos casi desaparecer, y dejó vacíos de orantes los eremitorios. Eso no cambia, sin embargo, lo esencial de la espiritualidad de la orden franciscana, siempre en tensión, por gracia del Espíritu, hacia la renovación del espíritu primitivo en formas nuevas de vida más acordes con los tiempos. De ahí las reformas del pasado, tendentes a recuperar el aspecto de la contemplación o la pobreza, y algunas experiencias recientes como la del conventual San Maximiliano Kolbe, que puso de manifiesto la importancia y el valor incluso apostólico de los hermanos legos o trabajadores en la Orden. Ese es el secreto de la vitalidad del franciscanismo, antiguo y siempre nuevo, que hace que lo encontremos presente en cualquier lugar del globo y en los ambientes más inimaginables. También en internet, por supuesto.

domingo, 12 de noviembre de 2017

SOR MATILDE COLGÓ SU FUSIL.

En 2002, la soldado Matilde de Luis formó parte del contingente español enviado a la guerra de Kosovo, donde decidió dejar las armas… y tomar los hábitos. Hoy, sor Matilde de Jesucristo vive feliz en la clausura del Monasterio de Clarisas de Salamanca.

Desde hace unos meses sor Matilde de Jesucristo, una aspirante a religiosa en la clausura del convento que las Clarisas (Franciscanas Descalzas) tienen en Salamanca. Que una joven de 27 años opte por la vida en clausura, lejos de la vida activa, ya resulta de por sí novedoso en un mundo como el actual. Aún más en el caso de Matilde, cuya procedencia no es otra… que el Ejército.

«NUNCA HE ESTADO TAN SEGURA DE QUERER HACER ALGO, AUNQUE TAMBIÉN SÉ DE ANTEMANO QUE ME VA A COSTAR MUCHÍSIMO».



«NO DUDO QUE SERÁS TAN BUEN SOLDADO DE CRISTO COMO LO HAS SIDO EN EL EJÉRCITO».



«ME SIENTO BIEN PORQUE SÉ LO QUE QUIERO. ESTOY ANTE LA VERDAD MÁS IMPORTANTE DE MI VIDA. NUNCA HE ESTADO TAN SEGURA DE QUERER HACER ALGO, AUNQUE TAMBIÉN SÉ DE ANTEMANO QUE ME VA A COSTAR MUCHÍSIMO. PERO SI DE ALGO ESTOY SEGURA ES QUE SE TRATA DE LO QUE DIOS QUIERE PARA MÍ».