sábado, 25 de abril de 2009

Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones



Venerados Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,
Queridos hermanos y hermanas:

Con ocasión de la próxima Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones al Sacerdocio y a la Vida Consagrada, que se celebrará el 3 de mayo de 2009, Cuarto Domingo de Pascua, me es grato invitar a todo el pueblo de Dios a reflexionar sobre el tema: "La confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana". Resuena constantemente en la Iglesia la exhortación de Jesús a sus discípulos: «Rogad al dueño de la mies, que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 38). ¡Rogad! La apremiante invitación del Señor subraya cómo la oración por las vocaciones ha de ser ininterrumpida y confiada. De hecho, la comunidad cristiana, sólo si efectivamente está animada por la oración, puede «tener mayor fe y esperanza en la iniciativa divina» (Exhort. ap. postsinodal Sacramentum caritatis, 26).

La vocación al sacerdocio y a la vida consagrada constituye un especial don divino, que se sitúa en el amplio proyecto de amor y de salvación que Dios tiene para cada hombre y la humanidad entera. El apóstol Pablo, al que recordamos especialmente durante este Año Paulino en el segundo milenio de su nacimiento, escribiendo a los efesios afirma: «Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, nos ha bendecido en la persona de Cristo, con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor» (Ef 1, 3-4). En la llamada universal a la santidad destaca la peculiar iniciativa de Dios, escogiendo a algunos para que sigan más de cerca a su Hijo Jesucristo, y sean sus ministros y testigos privilegiados. El divino Maestro llamó personalmente a los apóstoles «para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios» (Mc 3, 14-15); ellos, a su vez, se asociaron con otros discípulos, fieles colaboradores en el ministerio misionero. Y así, respondiendo a la llamada del Señor y dóciles a la acción del Espíritu Santo, una multitud innumerable de presbíteros y de personas consagradas, a lo largo de los siglos, se ha entregado completamente en la Iglesia al servicio del Evangelio. Damos gracias al Señor porque también hoy sigue llamando a obreros para su viña. Aunque es verdad que en algunas regiones de la tierra se registra una escasez preocupante de presbíteros, y que dificultades y obstáculos acompañan el camino de la Iglesia, nos sostiene la certeza inquebrantable de que el Señor, que libremente escoge e invita a su seguimiento a personas de todas las culturas y de todas las edades, según los designios inescrutables de su amor misericordioso, la guía firmemente por los senderos del tiempo hacia el cumplimiento definitivo del Reino.

Nuestro primer deber ha de ser por tanto mantener viva, con oración incesante, esa invocación de la iniciativa divina en las familias y en las parroquias, en los movimientos y en las asociaciones entregadas al apostolado, en las comunidades religiosas y en todas las estructuras de la vida diocesana. Tenemos que rezar para que en todo el pueblo cristiano crezca la confianza en Dios, convencido de que el «dueño de la mies» no deja de pedir a algunos que entreguen libremente su existencia para colaborar más estrechamente con Él en la obra de la salvación. Y por parte de cuantos están llamados, se requiere escucha atenta y prudente discernimiento, adhesión generosa y dócil al designio divino, profundización seria en lo que es propio de la vocación sacerdotal y religiosa para corresponder a ella de manera responsable y convencida. El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda oportunamente que la iniciativa libre de Dios requiere la respuesta libre del hombre. Una respuesta positiva que presupone siempre la aceptación y la participación en el proyecto que Dios tiene sobre cada uno; una respuesta que acoja la iniciativa amorosa del Señor y llegue a ser para todo el que es llamado una exigencia moral vinculante, una ofrenda agradecida a Dios y una total cooperación en el plan que Él persigue en la historia (cf. n. 2062).

Contemplando el misterio eucarístico, que expresa de manera sublime el don que libremente ha hecho el Padre en la Persona del Hijo Unigénito para la salvación de los hombres, y la plena y dócil disponibilidad de Cristo hasta beber plenamente el «cáliz» de la voluntad de Dios (cf. Mt 26, 39), comprendemos mejor cómo «la confianza en la iniciativa de Dios» modela y da valor a la «respuesta humana». En la Eucaristía, don perfecto que realiza el proyecto de amor para la redención del mundo, Jesús se inmola libremente para la salvación de la humanidad. «La Iglesia –escribió mi amado predecesor Juan Pablo II– ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque es don de sí mismo, de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación» (Enc. Ecclesia de Eucharistia, 11).

Los presbíteros, que precisamente en Cristo eucarístico pueden contemplar el modelo eximio de un «diálogo vocacional» entre la libre iniciativa del Padre y la respuesta confiada de Cristo, están destinados a perpetuar ese misterio salvífico a lo largo de los siglos, hasta el retorno glorioso del Señor. En la celebración eucarística es el mismo Cristo el que actúa en quienes Él ha escogido como ministros suyos; los sostiene para que su respuesta se desarrolle en una dimensión de confianza y de gratitud que despeje todos los temores, incluso cuando aparece más fuerte la experiencia de la propia flaqueza (cf. Rm 8, 26-30), o se hace más duro el contexto de incomprensión o incluso de persecución (cf. Rm 8, 35-39).

El convencimiento de estar salvados por el amor de Cristo, que cada Santa Misa alimenta a los creyentes y especialmente a los sacerdotes, no puede dejar de suscitar en ellos un confiado abandono en Cristo que ha dado la vida por nosotros. Por tanto, creer en el Señor y aceptar su don, comporta fiarse de Él con agradecimiento adhiriéndose a su proyecto salvífico. Si esto sucede, «la persona llamada» lo abandona todo gustosamente y acude a la escuela del divino Maestro; comienza entonces un fecundo diálogo entre Dios y el hombre, un misterioso encuentro entre el amor del Señor que llama y la libertad del hombre que le responde en el amor, sintiendo resonar en su alma las palabras de Jesús: «No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure» (Jn 15, 16).

Ese engarce de amor entre la iniciativa divina y la respuesta humana se presenta también, de manera admirable, en la vocación a la vida consagrada. El Concilio Vaticano II recuerda: «Los consejos evangélicos de castidad consagrada a Dios, pobreza y obediencia tienen su fundamento en las palabras y el ejemplo del Señor. Recomendados por los apóstoles, por los Padres de la Iglesia, los doctores y pastores son un don de Dios, que la Iglesia recibió de su Señor y que con su gracia conserva siempre» (Lumen gentium, 43). Una vez más, Jesús es el modelo ejemplar de adhesión total y confiada a la voluntad del Padre, al que toda persona consagrada ha de mirar. Atraídos por Él, desde los primeros siglos del cristianismo, muchos hombres y mujeres han abandonado familia, posesiones, riquezas materiales y todo lo que es humanamente deseable, para seguir generosamente a Cristo y vivir sin ataduras su Evangelio, que se ha convertido para ellos en escuela de santidad radical. Todavía hoy muchos avanzan por ese mismo camino exigente de perfección evangélica, y realizan su vocación con la profesión de los consejos evangélicos.

El testimonio de esos hermanos y hermanas nuestros, tanto en monasterios de vida contemplativa como en los institutos y congregaciones de vida apostólica, le recuerda al pueblo de Dios «el misterio del Reino de Dios que ya actúa en la historia, pero que espera su plena realización en el cielo» (JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsinodal Vita consecrata, 1).

¿Quién puede considerarse digno de acceder al ministerio sacerdotal? ¿Quién puede abrazar la vida consagrada contando sólo con sus fuerzas humanas? Una vez más conviene recordar que la respuesta del hombre a la llamada divina, cuando se tiene conciencia de que es Dios quien toma la iniciativa y a Él le corresponde llevar a término su proyecto de salvación, nunca se parece al cálculo miedoso del siervo perezoso que por temor esconde el talento recibido en la tierra (cf. Mt 25, 14-30), sino que se manifi esta en una rápida adhesión a la invitación del Señor, como hizo Pedro, que no dudó en echar nuevamente las redes pese a haber estado toda la noche faenando sin pescar nada, confi ando en su palabra (cf. Lc 5, 5). Sin abdicar en ningún momento de la responsabilidad personal, la respuesta libre del hombre a Dios se transforma así en «corresponsabilidad», en responsabilidad en y con Cristo, en virtud de la acción de su Espíritu Santo; se convierte en comunión con quien nos hace capaces de dar fruto abundante (cf. Jn 15, 5).

Emblemática respuesta humana, llena de confianza en la iniciativa de Dios, es el «Amén» generoso y total de la Virgen de Nazaret, pronunciado con humilde y decidida adhesión a los designios del Altísimo, que le fueron comunicados por un mensajero celestial (cf. Lc 1, 38). Su «sí» inmediato le permitió convertirse en la Madre de Dios, la Madre de nuestro Salvador. María, después de aquel primer «fiat», que tantas otras veces tuvo que repetir, hasta el momento culminante de la crucifixión de Jesús, cuando «estaba junto a la cruz», como señala el evangelista Juan, siendo copartícipe del dolor atroz de su Hijo inocente. Y precisamente desde la cruz, Jesús moribundo nos la dio como Madre y a Ella fuimos confi ados como hijos (cf. Jn 19, 26-27), Madre especialmente de los sacerdotes y de las personas consagradas. Quisiera encomendar a Ella a cuantos descubren la llamada de Dios para encaminarse por la senda del sacerdocio ministerial o de la vida consagrada.

Queridos amigos, no os desaniméis ante las dificultades y las dudas; confiad en Dios y seguid fielmente a Jesús y seréis los testigos de la alegría que brota de la unión íntima con Él. A imitación de la Virgen María, a la que llaman dichosa todas las generaciones porque ha creído (cf. Lc 1, 48), esforzaos con toda energía espiritual en llevar a cabo el proyecto salvífico del Padre celestial, cultivando en vuestro corazón, como Ella, la capacidad de asombro y de adoración a quien tiene el poder de hacer «grandes cosas» porque su Nombre es santo (Cf. Lc 1, 49).


Vaticano, 20 de enero de 2009

Mensaje del Papa Benedicto XVI
XLVI Jornada mundial de
oración por las vocaciones
3 mayo 2009 – IV Domingo de Pascua

miércoles, 22 de abril de 2009

"Quiero encomendaros a María" (Benedicto XVI)

"Nos dirigimos, finalmente, a María, que animó la primera comunidad en la que «todos perseveraban unánimes en la oración» (cf Hch 1, 14) para que ayude a la Iglesia a ser en el mundo de hoy icono de la Trinidad, signo elocuente del amor divino a todos los hombres.
La Virgen, que respondió con prontitud a la llamada del Padre diciendo: «Aquí está la esclava del Señor» (Lc 1, 38), interceda para que no falten en el pueblo cristiano servidores de la alegría divina: sacerdotes que, en comunión con sus Obispos, anuncien fielmente el Evangelio y celebren los sacramentos, cuidando al pueblo de Dios, y estén dispuestos a evangelizar a toda la humanidad.
Que ella consiga que también en nuestro tiempo aumente el número de las personas consagradas, que vayan contracorriente, viviendo los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, y den testimonio profético de Cristo y de su mensaje liberador de salvación. Queridos hermanos y hermanas a los que el Señor llama a vocaciones particulares en la Iglesia, quiero encomendaros de manera especial a María, para que ella que comprendió mejor que nadie el sentido de las palabras de Jesús: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica» (Lc 8, 21), os enseñe a escuchar a su divino Hijo.
Que os ayude a decir con la vida: «Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad» (Heb 10, 7).
Con estos deseos para cada uno, mi recuerdo especial en la oración y mi bendición de corazón para todos."
Benedicto XVI
Tomado del mensaje con ocasión de la XLIV Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones
29 de abril 2007- IV Domingo de Pascua

PROGRAMA DE LA RUTA MONÁSTICA LEÓN (ESPAÑA) JULIO 2009



Queridas amigas: Ante todo Feliz Pascua de Resurrección.
Por fin tenemos programada la Ruta Monástica y os adjunto el programa. Esperamos que muchas de vosotras se "atrevan" a darle esta oportunidad a Dios en sus vidas. Conoceremos la vida de personas como nosotras que han encontrado respuesta al sentido de sus vidas desde Dios.
También tenéis un papel importante en la transmisión de este proyecto a otras personas, sois misioneras y quien sabe si alguna joven está esperando vuestra llamada. Podéis distribuirlo en parroquias, amigos, movimientos juveniles... Ellos buscan vivir desde unos valores que pueden ser los de la vida espiritual y no sólo desde lo material.
Muchas gracias por vuestra colaboración.
La única semilla que no crece es la que se queda en manos del sembrador.

P. D. Si alguna está interesada en apuntarse, sería bueno hacerlo cuanto antes para ir viendo las reservas que necesitamos.

Ruta Monástica (19-25 de julio de 2009)Ya está preparado el programa de la Ruta Monástica en la que conoceremos las 9 comunidades de Vida Contemplativa de León con sus diferentes carismas.
Llegada: Día 18 de julio
Domingo 19 Visita a la ciudad de León
Lunes 20 Visita a los monasterios benedictinos de San Pedro de las Dueñas y Sahagún
Martes 21 Visita a las Agustinas Recoletas y a las Concepcionistas
Miércoles 22 Visita al monasterio benedictino de León
Jueves 23 Visita a las Carmelitas Descalzas y a las Clarisas
Viernes 24 Visita a los monasterios cistercienses de Carrizo y Gradefes
Sábado 25 Despedida

Actividades:
*En las visitas a las comunidades habrá tiempo para un diálogo con las hermanas compartiendo preguntas, inquietudes, dudas…* Tendremos también unas exposiciones sencillas sobre:
1- El discernimiento vocacional 2- La llamada de Dios 3- La respuesta del hombre4 - las motivaciones vocacionales 5- Pasos para concretar una vocación*

Participación en las celebraciones litúrgicas con las comunidades y compartiremos la Lectio divina (la lectura de la Palabra de Dios).
Alojamiento en el monasterio de Benedictinas de León
Precio: Aportación voluntaria

Para inscribirse contactar con el blog: http://www.vocacioncontemplativaleon.blogspot.com/O correo: vocacioncontemplativaleon@gmail.com

lunes, 20 de abril de 2009

Breve diario de una monja contemplativa


¿Qué te puedo contar? Mi vida, nuestra vida es muy sencilla, es más para vivir que para hablar de ella... sin embargo, la experiencia gozosa de encuentro con Cristo y de dedicar toda mi existencia a Él y al anuncio del Reino, me impulsa a compartir contigo mi estilo de vida, para que intuyas aquello de que "Sólo Dios basta", que Jesucristo basta para llenar una vida, y que la llena toda...

Hacia las seis de la mañana las campanas anuncian que comienza un nuevo día, que la vida se despierta y mientras las luces de la ciudad se van apagando porque el sol está a punto de nacer, nosotras comenzamos nuestra jornada levantando el corazón hacia el Señor de la Vida... Nos reunimos para invocar al Espíritu y saludar a María, y después, en silencio, nos retiramos al fondo de nuestro corazón para orar... y allí, en la hondura de nuestro ser, se acunan lentamente la Palabra y el Silencio, balanceadas por el suave susurro del amor...

Del silencio brotará el canto, y las Laudes serán nuestra alabanza al Dios Creador del cielo y de la tierra. La Eucaristía será el banquete con el que comenzamos la jornada. La Palabra, los cantos, la comunión en el Cuerpo y la Sangre de Cristo convierten nuestra vida en eucaristía viva, pan partido y sangre derramada...

Después de un tiempo de acción de gracias, pasamos al comedor. En silencio. Es la hora del desayuno. Unas veces, escuchando música, otras, en silencio, dejando resonar en lo hondo del corazón el eco que la celebración ha dejado en nosotras...

A partir de ese momento, la mañana transcurrirá entre el trabajo y la oración: "ora et labora". Oración litúrgica: Oficio de Lecturas, Sexta... y en medio, cada una a sus tareas: sacristía, cocina, taller, pastoral, acompañamiento... a las doce las campanas comienzan su danza para recordar el misterio de la Anunciación a María, de la Encarnación del Hijo de Dios, y el rezo del Ángelus brota de nuestros labios y nuestro corazón... un tiempo personal y un tiempo de lectura continúan alimentando el fondo del ser y del espíritu...

Después de Sexta y un breve saludo a María, la Madre, pasamos al comedor. Una hermana lee el periódico en voz alta, algún libro de espiritualidad, cartas que llegan a la comunidad... Después tenemos un tiempo de expansión, de compartir, pasear por el jardín y disfrutar de la naturaleza que nos habla de la belleza de Dios... Antes de retirarnos al descanso, quien desee libremente pasa por la televisión para ver las noticias, y así estar en comunión con todo lo que pasa en el mundo, en nuestra Humanidad. A las cuatro de la tarde, antes de incorporarnos nuevamente al trabajo, rezamos Nona, hora en la que recordamos la muerte del Señor Jesús, y en un minuto de silencio nos solidarizamos con tod@s l@s crucificad@s de la tierra... especialmente con los agonizantes...

Comienza el trabajo de la tarde. "Nuestro trabajo unido al de Cristo, tiene valor redentor. En ello encontramos una alegría profunda", dicen nuestras Constituciones. Somos así, "uno de tantos" corremos la suerte de l@s trabajador@s, al mismo tiempo que consideramos el trabajo como un factor de equilibrio en la vida contemplativa, a través del cual cada una de nosotras ponemos al servicio nuestros dones...

Al caer la tarde, nos reunimos en el coro nuevamente... ¡para cantar!. Es primavera. Los pájaros con sus trinos anuncian que llega la hora de Vísperas: La alabanza, la intercesión, la acción de gracias, brotan de los labios y el corazón... y preparan todo nuestro ser para la adoración... ante Cristo, resucitado, de corazón abierto, oramos en silencio, sí, contemplativamente...

Llega la hora de la cena. Las lecturas de la Eucaristía del día siguiente resuenan por todos los rincones del comedor y del alma. Y después cartas, un libro...

Y nuevamente, a compartir, reír, conversar... tiempo de descanso y relax... así vamos terminando nuestro día. El último momento de oración, serán las Completas,: "A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu..." , y toda nuestra vida, en las manos del Padre, se entrega al sueño que reparará nuestras fuerzas para continuar haciendo de nuestra vida un canto a la vida, y un compromiso de entrega a Dios y a toda la Humanidad.

Cada día nos trae nuevas sorpresas: una visita de un amigo/a, alguien que nos comparte su experiencia en una misión, el santo o cumpleaños de una hermana, una fiesta de la Liturgia, rompen lo que a simple vista pudiera parecer una vida siempre igual. Estos días de fiesta, al igual que los domingos, son siempre diferentes, conversamos en la mesa, tenemos más tiempo libre, tenemos algún postre diferente...

Las reuniones de comunidad, los días de retiro personal y comunitario, la formación, las oraciones compartidas con la gente del barrio... son siempre torrentes de gracia que el Señor derrama sobre nosotras...

Las puertas de nuestra casa, que se abren para acoger a tod@s aquell@s que buscan a Dios, (niños, jóvenes, adultos...) laicos o religiosos... renuevan nuestra conciencia misionera, al tiempo que abrimos el corazón para acoger a quienes nos evangelizan... Los talleres de oración, el acompañamiento espiritual, nos hacen testigos de la sed de Dios que hay en nuestro mundo, y también de su obra maravillosa en los corazones...

Y así, día a día, vamos buscando su Rostro:
"Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío..." (Salmo 42, 2)

Y siendo testigos de Dios con nuestras vidas:
"Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje" (Salmo 18)

Después de haberme escuchado, no sé qué opinas de todo esto, tal vez podrías compartirlo conmigo. Lo que sí te puedo asegurar es que soy feliz, que somos felices, y que vivimos con la certeza de que nuestra vida da fruto abundante, porque Él dijo: "Quien permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto" (Jn 15, 5).

Si quieres conocer más, ponte en contacto con nosotras y conversamos...

Monasterio de Cristo Redentor

Comunidad Contemplativa Redentorista
C/. Madre Celeste, 1-A
28044 Madrid
Hna. Mª Nieves Cogolludo
email: pjvceleste@hotmail.com
TELÉFONO: 91.508.68.00

+ Autor: www.redentoristas.es.fm
Catholic.net

lunes, 13 de abril de 2009

La Vocación es....

No es el camino de los conformistas y de los satisfechos con la situación de este mundo; sino de los "violentos" y rebeldes que aspiran a que su paso por él lo haga un poco mejor.

No es el camino de los que regatean y miden sus obligaciones para con Dios y el prójimo; sino de los que siguen voluntariamente a Jesucristo.

No es el camino de los egoístas, que sólo miran hacía sí mismos; sino de los generosos que piensan en los pobres de la tierra.

No es el camino de los que quieren hacer un favor a Dios; sino de los que corresponden agradecidos a la propuesta que Dios les hace.

No es el camino de los desilusionados, aburridos, tristes; sino de quienes sienten el fuego del Evangelio.

No es el camino de los que confían en sus fuerzas; sino de los que se abandonan y apoyan constantemente en Dios.

RUTA MONÁSTICA JULIO 2009

Queridas todas: Ya estamos a las puertas de la gran celebración del Triduo Pascual y quizás sea un momento privilegiado para estar con el Señor y decirle definitivamente SI. Un sí grande a su seguimiento para que donde él esté, estemos también nosotras.
Eso es lo único que nos puede hacer, de verdad, felices.Os anuncio, en este sentido, la próxima RUTA MONÁSTICA que tendrá lugar del 20 al 25 de julio.

Ya sabéis en qué consiste, en visitar las comunidades de Vida Contemplativa de la Diócesis de León que incluye: Agustinas Recoletas, Clarisas, Concepcionistas, Carmelitas Descalzas, dos comunidades Cistercienses y Tres comunidades Benedictinas.En las visitas entablamos un coloquio en el que las hermanas nos comentan su vida, su carisma, sus dificultades sus experiencias...

Buena oportunidad para discernir o al menos, para conocer algo diferente, y, sabiendo que LO QUE NO SE CONOCE NO SE AMA, TE ANIMAMOS A QUE HAGAS LA RUTA Y SIEMPRE SALDRÁS ENRIQUECIDA EN TU VIDA INTERIOR. Probablemente sea una experiencia que no olvidarás fácilmente.

Puedes pasar esta llamada a otras jóvenes que creas que les puede interesar.Para contactar con nosotras puedes dirigirte al blog: http://www.vocacioncontemplativaleon.blogspot.com/ o al correo vocacioncontemplativaleon@gmail.com

Ánimo, cuanto antes te apuntes antes comenzaremos a preparar esta convivencia contemplativa peregrinante.