domingo, 31 de julio de 2016

Una joven yeclana de 17 años ingresa en el monasterio de Carmelitas



Acompañada por familia, amigos y una representación de la parroquia de La Purísima de Yecla, Raquel Romero Santa, ha entrado este domingo en el monasterio de las Madres Carmelitas Descalzas de Piedrahita (Ávila).

Desde la parroquia se desplazó a Piedrahita un autobús con jóvenes del coro y catequistas, acompañados también por su párroco.

Antes de entrar en clausura, Raquel se despidió de sus cuatro hermanas y de su hermano mayor, Pablo, seminarista de cuarto curso en el Seminario Mayor de San Fulgencio; y recibió la bendición de sus padres y de los sacerdotes presentes.
He aqui su testimonio vocacional:


"Tengo 17 años y soy la tercera de seis hermanos. Mis padres pertenecen al Camino Neocatecumenal y de pequeña siempre me han inculcado la fe. Siempre he ido creciendo en la fe y con el Señor, empecé también con dirección espiritual que me ayudó mucho a iniciarme en la oración, para tener esa intimidad con Dios como todo cristiano debería tener".

En una peregrinación a Granada y Sevilla con la parroquia (a los 13 años), en una exposición del Santísimo, recuerdo que caí de rodillas y le pregunté al Señor qué era lo que quería de mí. Me puse a llorar. Le pregunté que si no me quería para formar una familia, que si me quería para ser religiosa o misionera.

Entonces comencé a visitar conventos. Fui a Elche, donde conocí a las Carmelitas Descalzas. A la superiora le conté cómo había sentido la llamada y, se lo tomó en serio, me ayudó y me animó. Ahí comenzó mi relación con el convento».

Lo que me ayudó a decir que sí al Señor en la vida consagrada contemplativa fue el ejemplo de Santa Teresita del Niño Jesús, cómo siendo carmelita es patrona de las misiones. Yo también quería ser misionera y me dije: Si ella es patrona de las misiones en la clausura pues yo también lo puedo ser. Ahora quiero animar a los jóvenes, que estén dispuestos a decirle que sí al Señor, a que no tengan miedo, que Él siempre nos va a ayudar y nos va a dar siempre su mano».

domingo, 24 de julio de 2016

miércoles, 20 de julio de 2016

sábado, 9 de julio de 2016

Monasterio Cisterciense De Alconada

Dice la gente que nuestra consagración está llena de renuncias.
Salimos de viaje , llegamos a nuestro destino y nos encontramos con una casa donde las hermanas nos acogen con los brazos abiertos, la mesa preparada y la comida en su punto, un lugar donde encontrarnos con Nuestro Señor y una celda donde poder descansar.
Miro al Cristo de la celda y sólo puedo exclamar: Gracias Dios mío, porque a cambio de miserables renuncias nos das grandes privilegios!!!.




miércoles, 6 de julio de 2016

domingo, 3 de julio de 2016

FLORES Y CATEDRALES (O POR QUÉ EL AMOR SE CONSTRUYE)



Hace un par de años, una cantante famosa hablaba en una entrevista sobre su último éxito, compuesto pensando en su ex novio. El periodista le preguntaba por las causas de la ruptura. La respuesta era algo así: «No fue culpa de ninguno de los dos. Simplemente algo malo apareció entre nosotros y lo fastidió todo». Me preocupó esta afirmación. Sobre todo, me inquietó la presencia de un ‘algo’ misterioso y sin identificar pero con poder suficiente para meterse en medio del amor de dos personas y echarlo a perder sin que nadie pudiera hacer nada.

Se supone que a tratar con la gente se aprende en la familia, en el colegio y en la sociedad. Es algo tan cotidiano y que sale tan natural que no sentimos la necesidad de poner de nuestra parte. Déjalo fluir. Sigue a tu corazón. No te preocupes. Be happy.

El amor se convierte entonces en una flor que brota de repente y que hay que regar y abonar. Lo peor de todo: no importa todo el agua que le eches o que le compres el mejor fertilizante del mercado, siempre existe la posibilidad de una helada imprevista, de un animal hambriento, de una pisada descuidada. 

No creo en el amor como flor. Algo que nos quita tanto el sueño, que afecta nuestro día a día, que ha suscitado tantos escritos, canciones, películas, reflexiones filosóficas, tantos corazones alegres y tantos corazones heridos… no puede estar en manos del azar, de las inclemencias del tiempo o de los estados de ánimo.

El amor es arremangarse el alma, escuchar al corazón y meter cabeza —lo malo es que a veces, cuando metemos cabeza, es sólo para calcular. El amor es construir una catedral. En ocasiones te pones manos a la obra con toda la ilusión del mundo y lo que consigues es una caseta. Los motivos pueden ser múltiples, pero no podrán decir que no lo intentaste, que no luchaste por ello, que no te empeñaste lo suficiente. 
Y no vivirás con el miedo de que en cualquier momento aparezca “algo malo” que lo fastidie todo.