Dice la gente que nuestra consagración está llena de renuncias.
Salimos de viaje , llegamos a nuestro destino y nos encontramos con una
casa donde las hermanas nos acogen con los brazos abiertos, la mesa
preparada y la comida en su punto, un lugar donde encontrarnos con
Nuestro Señor y una celda donde poder descansar.
Miro al Cristo de
la celda y sólo puedo exclamar: Gracias Dios mío, porque a cambio de
miserables renuncias nos das grandes privilegios!!!.
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