lunes, 23 de julio de 2018

Ejemplo de jóvenes santos

Hoy os traigo una reseña de la vida de Alexia González-Barros y González una niña que murió con 14 años y a la que van a beatificar; para que nos sirva a los jóvenes de motivación para ser sal y luz de la tierra por que es posible y necesario a un que cada uno en el lugar donde Dios lo ha puesto.



Alexia González-Barros y González nació en Madrid el día 7 de marzo de 1971 era la hija menor de siete hermanos. Fue una chiquilla normal, vivaracha y divertida, a la que cuidaban con todo cariño sus cuatro hermanos mayores: tres chicos y una chica, María José, con la que estaba particularmente unida.

Estudió desde los cuatro años en un colegio que estaba muy cerca de su casa: el Jesús Maestro, de la Compañía de Santa Teresa de Jesús.

Hizo su Primera Comunión el día 8 de mayo de 1979 en Roma, junto al lugar donde resposa san Josemaría, al que tenía mucho cariño y devoción. Al día siguiente de su Primera Comunión, el 9 de mayo de 1979, se acercó a Juan Pablo II durante una audiencia pública en el Vaticano, y tuvo la alegría de que el Papa le hiciera la señal de la cruz y le diera un beso en la frente.

Su vida fue muy parecida a la de tantas chicas de su edad: estudiaba, hacía planes con sus amigas, veraneaba con su familia y sus abuelos



Pero un día, el 4 de febrero de 1985, su vida dio un cambio inesperado. Se le declaró un tumor maligno que la dejó paralítica en muy poco tiempo.

Sus padres la llevaron a diversos especialistas. Los diagnósticos eran diversos. Sufrió cuatro largas operaciones y una ininterrumpida cadena de dolorosos tratamientos que convirtieron los diez meses de su enfermedad, antes de su muerte, en un durísimo calvario, que se supo afrontar con paz y con alegría.

Aceptó plenamente su dolorosa enfermedad desde el primer momento, ofreciendo el intenso sufrimiento y las numerosas limitaciones físicas que padecía por la Iglesia, por el Papa y por los demás.

Muy unida a la Cruz de Jesús, le decía con frecuencia en su oración: Jesús, yo quiero ponerme buena, quiero curarme; pero si Tú no quieres, yo quiero lo que Tú quieras.

Sufrió mucho, esforzándose por conservar la fortaleza, la paz y la alegría a lo largo de su dura enfermedad.



Esto era fruto de su fe, de su esperanza y de su amor a Cristo. Luchó hasta el final porque amaba la Voluntad de Dios con toda su alma y le había dado su corazón libremente y por entero al Señor.



Falleció en Pamplona, rodeaba por el cariño de su familia, en medio de una gran paz espiritual, el 5 de diciembre de 1985. Sus últimas palabras fueron: más y sí.

Más porque deseaba que siguieran hablándole de Dios. Con su sí reiteraba el deseo que había manifestado constantemente desde que era niña: Jesús, que yo haga siempre lo que Tú quieras.

 Muchas personas se quedaron conmovidas tras su muerte. Una religiosa de su colegio, Mª Victoria Molins, Religiosa de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, escribió un libro en el que se recordaban algunos sucesos de su vida.


La última imagen impacta al principio pero luego observamos la felicidad que irradian tanto la madre como la hija. Esto es la Santidad "Estar siempre alegres en el Señor" aún en medio de nuestras pequeñas o grandes dificultades.

A SER SANTOS 

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