martes, 6 de enero de 2009

A vosotros padres y educadores...

Llenos de la misma esperanza nos dirigimos a vosotros padres, llamados por Dios a colaborar con su voluntad de transmitir la vida, y a vosotros educadores, docentes, catequistas y animadores, llamados por Dios a colaborar de varias formas en su designio de educar para la vida. Querríamos deciros cuánto aprecia la Iglesia vuestra vocación, y cuánto se confía a ella para promover la vocación de vuestros hijos y alumnos y una verdadera y auténtica cultura vocacional.
Vosotros, padres, sois también los primeros y naturales educadores vocacionales, mientras que vosotros, educadores, no sois sólo instructores que orientan en las opciones existenciales: estáis llamados, también, a transmitir la vida a las jóvenes existencias que abrís al futuro. Vuestra fidelidad a la llamada de Dios es mediación preciosa e insustituible para que vuestros hijos y alumnos puedan descubrir su vocación personal, para que « tengan vida y la tengan en abundancia » (Jn 10,10).

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