
No tienen entre sus expectativas brillar con luz propia, sino permanecer en lo oculto, intercediendo por toda la humanidad. No pocas veces son pioneros de iniciativas por los demás. De manera que cuando se pregunta el sentido de esa vida oculta, tenemos que responder que gracias a sus oraciones la Iglesia sigue clamando día y noche por la salvación de la humanidad. Es cierto que hay muchas necesidades en esta vida y parece más acuciante darse a los pobres, ejercer una profesión de asistencia al otro. No obstante todos sabemos que sin oración, la vida se queda coja.
Orar en un mundo destrozado por la guerra, la enfermedad, la pobreza, es ofrecer una voz intercesora para que podamos tener fuerzas en acometer el auxilio a los demás. Tengo que hablar de mi experiencia personal con la oración. Un camino concreto elegido para ser una gota más llenando el vaso. Orar por los demás es una experiencia de fraternidad y comunión. La intercesión de unos por otros, es la manifestación de un abrazo hacia los demás. Por eso los cristianos cuando nos reunimos semanalmente, estamos cumpliendo el mandato del Señor: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo» (Mt 26, 38).
Hay muchos caminos de oración y siempre se nos pide que elijamos unos días concretos donde se intensifique esa parte gratuita de donación por los demás. No podemos dejar todo al activismo, porque al final perdemos la referencia de que todo lo que hagamos debe estar de acuerdo con la voluntad de Dios. Y es Él quien realmente actúa, no nuestros miserables esfuerzos personales. Por eso la oración también es una cura de humildad, donde descansamos la cabeza y dejamos que el Señor nos de fuerzas para seguir adelante.
En esta jornada pro orantibus demos gracias a esos religiosos y religiosas que lejos del activismo siguen presentes en el mundo como si no estuvieran en él. Libres de las ataduras de la vida moderna y acelerada que exige respuestas rápidas, sin tiempo para pensar y meditar. Ellos nos enseñan qué es lo primero, lo fundamental, la presencia de Dios en nuestras vidas, para que todo lo que hagamos tenga un sentido en unión con Cristo.
Me quedo con estas frases extraídas de una página de oración: “Quien quiera aprender a contemplar tendrá que vigilar rigurosamente la actividad de su inteligencia para no dejarse arrastrar por sentimientos de orgullo. Debe controlar también con mucho cuidado la natural curiosidad, que busca informaciones sobre las cosas mundanas. La satisfacción de la curiosidad y el deseo inmoderado de saberlo todo despiertan fácilmente egoísmos y ambiciones absolutamente incompatibles con la vida espiritual”.
Carmen Bellver
No tienen entre sus expectativas brillar con luz propia, sino permanecer en lo oculto, intercediendo por toda la humanidad. No pocas veces son pioneros de iniciativas por los demás.
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Porque no hace falta darse a conocer para amar a todos y amar a Dios.Muchas Gracias!!