viernes, 1 de octubre de 2010

Dios existe, Él nos lo ha dicho

El debate suscitado por las informaciones relativas al libro del célebre astrofísico Stephen Hawking ha constituido una sorpresa para muchos porque la religión no interesa, al parecer, a la mayoría de la gente. Sin esperar a la aparición del libro se han publicado numerosos artículos que reflejan diferentes tomas de postura. Incluso algún periódico que no se caracteriza por su atención a las noticias religiosas, le ha dedicado un amplio editorial. Esto quiere decir que la pregunta sobre la existencia de Dios sigue interesando en nuestro mundo dominado por la ciencia con detrimento del pensamiento especulativo y por el relativismo que se infiltra en no pocos ámbitos de la vida. Algo parecido sucedió con motivo del bicentenario de Darwin (12-II-1809).

En la brevedad de esta columna yo desearía recordar que, si bien sólo puede existir una respuesta correcta a la pregunta de si Dios existe, en la búsqueda de esa respuesta hemos de contar con la razón humana, conscientes de que esta tiene también limitaciones. En el ámbito de la teología católica, cuando se trata de reflexionar sobre cuestiones tan transcendentales, no se reduce todo a apelar a un acto de fe ciega, por más que a la fe se la represente con los ojos vendados. Se habla tanto de la razón iluminada o ayudada por la fe como de la fe razonable o razonada.

En este sentido la gran pregunta acerca de la creación del universo y, dentro de él, del ser humano, tiene para los creyentes que consideramos la Biblia como fuente de revelación el valor de las luces de situación en una pista. Nos conducen a una respuesta, no científica en el sentido de experimental, pero sí suficiente para llegar a una convicción personal y que se puede compartir acerca de que Dios, efectivamente, existe y ha creado este mundo maravilloso. En la Biblia hay una frase muy significativa. Cuando Moisés le preguntó a Dios en nombre de quien se debía presentar ante el faraón, recibió esta respuesta: “Yo soy el que soy” (Ex 3, 14). Ese Ser que se define de este modo,se da a conocer, sin embargo, no precisamente con frases enigmáticas o discursos sino por sus intervenciones realizadas a través de personas como Moisés y en acontecimientos históricos de salvación. La cumbre de esta automanifestación de Dios se produjo con Jesucristo.

Dios quiso, en su bondad y sabiduría, hablar a los hombres como amigos para recibirlos en su compañía. La revelación bíblica es camino de Dios hacia el hombre, mientras que la fe es camino de respuesta del hombre hacia Dios.

+ Julián, Obispo de León

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