sábado, 30 de octubre de 2010

PRINCIPIOS Y OBJETIVOS DE LA PASTORAL VOCACIONAL


Diez principios de acción de la pastoral vocacional:

1. El respeto a la acción de Dios que llama. Es Dios quien llama libremente a quien quiere. Promover las vocaciones significa ir en pos del don de Dios, respetando profundamente sus designios. Este respeto a la vocación hay que infundirlo en los padres de familia, en los maestros y formadores y en los mismos candidatos. Respetar la acción de Dios será al mismo tiempo respetar la libertad del candidato

2. La centralidad del encuentro con Dios. Si es Dios quien llama, debemos poner al candidato en contacto con Dios. Hacer pastoral vocacional es enseñar a las personas a ponerse en manos de Dios, para lo que él quiera. La educación para la oración deberá ocupar un lugar prioritario en las actividades vocacionales.

3. El amor por el candidato. Esta debe ser la única motivación de nuestro trabajo vocacional. Acompañar a un joven en su proceso vocacional es un acto de misericordia, pues implica ayudarle en la decisión más importante de su vida. Lo que nos debe interesar es su felicidad, donde Dios quiera y como él quiera. Los intereses de la Institución deben pasar a un segundo plano.

4. La comunión y participación. El trabajo vocacional debe realizarse desde el conjunto de la comunidad eclesial, desde la armonía de los carismas. La comunión debe llevarnos a amar todas las vocaciones y todos los carismas de la Iglesia, y trabajar en su favor. La participación se concreta en los organismos eclesiales para la pastoral vocacional. Hay que excluir la acción con estilo de francotirador, que mira sólo al propio bien y a la propia institución.

5. La relación fraterna. Las vocaciones nacen y crecen en una comunidad de hermanos, por eso, el estilo de la pastoral vocacional se basa en el contacto personal en el que se comparte la fe y la vida. El animador vocacional no se presenta “por encima” del joven, antes de ser maestro o guía, es un hermano en la fe y con una vocación que compartir.

6. El testimonio de los valores evangélicos. Los jóvenes exigen signos de credibilidad en sus orientadores. La falta de credibilidad es uno de los principales motivos de distancia con la vida consagrada en general. Necesitamos presentarnos con claridad y sin fingimiento, como una comunidad de creyentes que buscamos vivir los valores del evangelio.

7. La vocación en situación y en cambio. Es necesario vivir y presentar la vocación como un diálogo vital en el hoy de nuestra existencia vocacional. La vocación no es un recuerdo que conservo, sino una llamada que hoy me interpela.
Además, a los jóvenes les interesa cómo estamos respondiendo hoy a las necesidades cambiantes de nuestro mundo. Recordemos que un recuerdo puede edificar, pero una actitud de fe en el presente es capaz de conmovernos.

8. La presencia liberadora de Dios y de la Iglesia. Buscamos invitar a los jóvenes a que respondan de una manera viva y comprometida a las necesidades sociales y eclesiales del hombre de hoy.
En la pastoral vocacional promovemos a las personas para que crezcan y maduren, que se formen y sean más libres, y así, busquen el camino de entrega al que el Señor los invita.
No estamos buscando vocaciones para la supervivencia de nuestra institución.

9. El seguimiento de los procesos completos. La pastoral vocacional busca ofrecer un acompañamiento cuidadoso que inicia con la toma de conciencia de la vocación y culmina cuando tomar una decisión vocacional. Hay que respetar los ritmos de maduración del candidato y ofrecer una formación integral. Debemos tomar en cuenta los contextos de la vocación, p.ej. la familia. Hay que superar los planteamientos puntuales que tienen como única finalidad el ingreso a la casa de formación.

10. La invitación valiente y clara. Hay que tener el coraje de llamar y provocar, de anunciar y catequizar, no se trata de insinuar o disimular. Se tiene miedo de tocar el tema vocacional de manera abierta, no hay razones para esto.

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