¿Que es el Carisma?
Podríamos decir que el carisma es la personalidad de una comunidad religiosa, aquello que lo hacer ser lo que es, le da identidad y a la vez lo diferencia de otra forma de espiritualidad en la Iglesia. Se trata de un don singular que Dios otorga para que los consagrados y consagradas den testimonio de Cristo enfatizando una realidad concreta de Dios.
¿Y Cual es el Carisma de los Agustinos Recoletos?
Lo podemos enunciar así: Es el amor a Dios sin condición, que une las almas y los corazones en convivencia comunitaria de hermanos, y que se difunde hacia todos los hombres para ganarlos y unirlos en Cristo dentro de su Iglesia. Para entenderlo mejor, podemos decir que el carisma Agustino Recoleto se compone de tres elementos o más agustinianamente de tres amores, a saber: contemplación, comunidad, apostolado (amor casto, amor ordenado y amor difusivo).
Contemplación: “amor casto” La contemplación es la natural atracción que Dios ejerce sobre el ser humano. Dios es irresistible, tanto que no podemos dejar de verlo, escucharlo, sentirlo, admirarlo y amarlo. Nos descubrimos dependientes de Dios, le necesitamos, le buscamos y nos entregamos a él. La espiritualidad agustiniana entiende esta contemplación como vida para Dios, vida con Dios, vida en Dios y vida de Dios mismo.
Comunidad: “amor ordenado” Cuando el ser humano se encuentra con Dios el gozo que produce este encuentro y el amor que ocasiona son tan grandes, que no queda otro camino que compartirlos, por eso la dimensión comunitaria nace de la dimensión contemplativa, porque la persona humana no puede vivir en soledad absoluta y Dios mismo es comunidad trinitaria. La contemplación tiene tal fuerza de unión que hace de los amantes de Dios una sola alma y un solo corazón.
Apostolado: “amor difusivo” El hombre o la mujer agustiniano (a), que por la contemplación se consagra a Dios y comparte su vida en comunidad, se siente también impulsado a comunicar la verdad de Dios. Por eso el agustino recoleto va a donde la Iglesia lo necesite. El objetivo último es llevar a cabo la misión que Cristo coloca a su Iglesia: “Id pues, y haced discípulos a todas las gentes…” (Mt 28,19), que trabajemos para que todos amen a Dios y se amen como hermanos. Por ende la característica más visible en esta dimensión es el servicio, porque como dice el mismo Agustín “quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
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