miércoles, 16 de diciembre de 2015

Testimonio Sacerdotal

Luis de la Calle

La vocación a ser sacerdote es un verdadero misterio, ni siquiera yo mismo lo podré nunca explicar bien pero hagamos la prueba.
Antes de nada, entendamos bien que es Dios el que llama a esta vida tan particular, y no es que a uno se le ocurra por iniciativa propia: el mayor error sería justamente ese, de creernos nosotros los que hemos “tomado la gran decisión”… Sí, es verdad que le hemos respondido, y le tenemos que responder si nos llamara; pero ciertamente que no viene de nosotros, ya que Jesús lo dice claramente: “No fueron ustedes los que me eligieron, sino Yo quien los elegí”.
Y ¿cómo es que te das cuenta de la llamada? ¿Cómo es que le “respondes”? Porque para poder responder hace falta “darse cuenta”, escuchar algo… ¿Cómo fue la suya, Padre?
Me llamo Luis Maria, y mi apellido es De la Calle, que no quiere decir que sea un callejero cualquiera… Ahora, por pura misericordia de Dios soy el Padre Luis, y ya llevo 4 años de sacerdote.
Lo que les voy a contar es ese asunto tan interesante, intrigante quizás, y tan difícil de explicar.
Resulta que yo fui a San Rafael, Provincia de Mendoza, en Argentina, donde se encuentra nuestro Seminario y todas las primeras Casas Religiosas; y concretamente me fui con mi familia al Noviciado, es decir, el lugar donde se ingresa a la vida religiosa. Y he aquí que yo tenía tan solo 12 años.
Es la historia de una vocación juvenil, un niño al que le gustaba más que nada jugar a la pelota. Y Jesús me dio la Luz y la Fuerza para entenderlo y seguirlo.
Me contaron los padres que existía el Seminario Menor, para los chicos que querían ser sacerdotes, misioneros y amigos entre sí. Yo me informe naturalmente, un poco más. Y una vez que me contaron rápidamente las actividades normales de un niño con vocación, me dijeron: “Puedes entrar, si quieres."


Yo entre inmediatamente a la Capilla a rezar… Necesitaba justamente que Alguien me lo dijera claramente, salí de la Capilla y les dije a mis padres y a los Padres que sí; que me quedaría en ese Seminario. A la pregunta natural que surge: “¿Y tus papas que pensaron?” tengo que responder, que ellos fueron los más agradecidos y orgullosos de todos.
No fue todo cuestión de un impulso pasajero, porque de hecho no entre inmediatamente.
Hice todo como habíamos quedado con Jesus, y hacia allá me dirigí: al Seminario que me prepararía para ser lo que ahora soy. ¡Gracias Señor! Mil gracias, porque fuiste vos el que organizaste toda mi vida, y ahora estoy simplemente felicísimo de no haberme negado a Tu llamada!
Quien sienta el llamado, no tenga miedo: anímese; pruebe… y no se va a arrepentir.

Padre Luis de la Calle, Misionero del IVE

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